Llega sin aliento
a su bordecito
al fin.
Ancha boca
mamma tierra
y ceniza.
sube y besa
besa y sube
y es su boca -otra vez-
que llama.
Voy a tirarme desde aquí arriba
ahora que el volcán duerme
y no hay lava.
Con los ojos abiertos
escuchando en silencio
el primer ladrido de un perro lejano
y el eco.
Tiene el pelo electrizado
gris, rizado
vuela.
No hay manera
de agarrarse
a nada.