asomada por la ventanilla

martes, 27 de diciembre de 2022

Una a una

 Una a una se habían ido encendiendo las luminarias, manchas húmedas contra la negrura del cielo. Caminaban al borde del canal y del sueño, sin mucha conciencia de la hora, del vino ni de la cantidad de pasos que lxs separaban del agua o del resto de la familia.

Se habían adelantado bastante. A pesar de todo él seguía teniendo el paso más ligero, los músculos más resistentes y ella lo había heredado. 

De súbito levantó la mano sobre su cabeza, frenó la marcha y sin mirarla, le dijo: Sentí

Como si eso hubiera activado una coreografía genética y milimétricamente ensayada, ambxs hicieron silencio y afinaron el oído hacia el sonido, que lxs salpicaba desde abajo. Los ojos abiertos hacia las estrellas, no miraban. Todo era escuchar. 

Plac, plac, plac. El golpeteo del agua insistiendo contra los cascos de los botes. 

Tan agudo fue el silencio de todo lo demás,  que aún sin haberlo visto, ella pudo sentir cómo insistía el agua también desde adentro contra los párpados del viejo.


Ese sonido es toda mi memoria -le dijo- Llegando con el agua.