asomada por la ventanilla

miércoles, 29 de junio de 2022

Sogas I

 


Voy a contar una historia de la que no sé.

 Sí sé que la luz fue pálida durante todo este día y apenas alcanzaron a entibiarse las baldozas amarillas de la vereda. Desde mi casa hasta el súper, ida y vuelta voy pisándolas despacio. Ya pasó la siesta pero la calle está vacía. Cruzo en diagonal la plaza sola y de tan sola pareciera que nunca voy a alcanzar la otra esquina. ¿Cómo sé cuánto me acerco si entremedio no hay nada? Ni una vieja sentada más acá, ni una piba saltando más allá. Salvo las cotorras que gritan en sus monoblocks de pasto y rama, todo duerme en otoño en domingo en este barrio.

 Tamaña modorra, ni el cielo se decidía a ser celeste, blanco o gris, pero ahora asoman cachetonas desde arriba las nubes. Al fin dan la cara.

 Abro la puerta sabiendo algunas cosas más, como el precio de las mandarinas, el del jabón en polvo y también que es tarde para lavar la ropa.  A duras penas va a llegar a secarse pero aún así voy a realizar la hazaña, ante los ojos de nadie más que el agua inminente, en este teatrito privado y a cielo abierto que es mi terraza. Toda la ropa húmeda, pesada y desprolijamente colgada. 

  Desde hace mucho tiempo y allá lejos, a varios cielos de distancia de mi casa, en la ciudad de agua donde empieza la historia de la que nada sé, según me contaron, la ropa recién lavada se seca en sogas que viajan entre balcones y ventanas. Salen de una casa y llegan a la otra. Como la distancia no es mucha, la soga es corta y todo el día se renuevan las prendas colgadas, todo el tiempo hay movimiento, nunca duerme nada. Ni tampoco de privado hay nada. 

  Mirar para arriba es ver un cielo multicolor de camisetas, polleras y toallones. Y en lugar de buscar fomas fantánsticas y colosales en las nubes, se encuentran historias de familias y de trabajadorxs.


#diagonal #cielo #modorra #sogacorta #agua

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